lunes, 30 de enero de 2012

Imbéciles

Risas de payaso suenan a tu alrededor,
como pequeñas cucarachas.
Pequeños murmullos que crecen y crecen
hasta convertirse en un ruido ensordecedor.

El pulso se acelera y te hacer pequeña,
más pequeña que esas cucarachas,
Si, aun más pequeña que las hormigas
y tu respiración al compás de las pulsaciones.

Los segundos parecen minutos,
y los minutos horas,
apenas habrá pasado uno de ellos,
pero te parece que incluso hasta la más horrible de las muertes,
es más corta.

Siguen y siguen creciendo,
pasando de pequeños murmullos
a risotadas sin sentido.
Burlonas al fin y al cabo,
que se rien de la pequeña hormiga que han atrapado.

Y se sigue y sigue acelerando,
tanto, que parece que todo se desvanece,
que la vista se nubla,
tanto, que el latir del corazón duele,
que las lágrimas salen tan aprisa, como tus manos tiemblan.

Y cuando sientes que es el fin.
apenas habrán pasado dos de ellos.
Sientes que acabarás estallando si la presión no cesa.
si las malditas cucarachas no se largan.
Y acabas dándolo todo por perdido...

Si, se ve la luz más allá de tus ojos nublados,
más allá del dolor sentido,
más allá de las risas.
Pero pensaba y sigo pensando, que tan solo era el ojo del huracán.

Cuando al fin sales de tu escondite,
sigues siendo pequeña... y tardarás en crecer...
y tardarás también en olvidarlo todo...
la sensación de sentirse atrapado sigue... y no se va.

Cierto. Ya ha pasado todo.
Ya no hay risas de payaso ni cucarachas asquerosas...
pero te han visto.
Han reconocido a la hormiga..
y lo quiera o no.... queda mofa para rato.

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